Viviendo en la crisis


La reforma laboral está funcionando. Quiero decir que está en marcha. Porque el otro día un amigo encontró trabajo, eso sí, contrato temporal, pero era tan corto que cuando llegó a la oficina se le había acabado el contrato. Y claro, ni finiquito ni nada.

La cosa está muy mal. Los mercados nos están apretando cada día más. Esto lo escuchó mi abuelo el otro día y se fue a darle de hostias al carnicero.

Y es que nunca jamás se había hablado tanto de economía en España sin tener ni puñetera idea. Y con esto me refiero a los políticos. Porque mi abuelo escuchó que le bajaban la pensión y lo entendió perfectamente. Lo que pasa es que se fue al mercado equivocado. Lo malo es que llegamos tarde a pararlo y repartió en la carnicería que no veas, pero sobre todo se cebó con el de las olivas “¡Qué muchas de las “follás” van sin pepinillo!” gritaba. Ahora está en la cárcel por una equivocación.

Es fácil equivocarse porque la situación es complicada y la gente está nerviosa. Mi hermana Charo lo está pasando muy mal, está muy nerviosa y además es muy despistada. Pero mucho. Fijaos si es despistada, que el otro día se fue a buscar a sus hijos al colegio y volvió con dos Pit Bull. Y es que ¡se había ido a la perrera!

Se ve que giro a la derecha en lugar de a la izquierda, y al llegar le preguntaron “¿Cuáles son los suyos?” y mi hermana Charo les dijo “¡Los dos más brutos!”.

Lo peor no es eso. ¡Es que no se dio cuenta hasta llegar a casa! ¡Que los llevó sentados a cada uno en la sillita de los críos!

Total que se los ha quedado.

En mi familia somos muy brutos, muy bestias. Mi madre en vez de batir los huevos los licuaba. Con la cáscara y todo. “¡Qué es en la piel donde están las vitaminas!” decía. Y yo “¡Pero que la tortilla no tiene que crujir!”

Que por eso ahora llevo fundas. Se me han desgastado los dientes comiendo tortilla francesa.

A mi padre los dientes se le cayeron. Tenía menos dientes que un pollo de goma. No por las tortillas, eso no es nada, mi padre eso ni lo masticaba. A mi padre había que verlo comiendo costillas de ternasco. El hombre masticaba sin mirar a quién. “¡En el hueso es donde están todas las vitaminas!”. Mi padre se cree todo lo que dice mi madre, claro.

Lo peor es que lo seguía haciendo sin dientes, hasta que el mes pasado le dije “Pápa, ponte unos dientes” y él “Que no, no estamos para gastar en tontadas” y yo “Qué hay que tener buena cara que nos van a rescatar”. Total que lo convencí. Y cuando llegamos al dentista dice “Si me voy a gastar el dinero quiero que sean bien grandes, para que duren” No hubo manera de hacerle cambiar de opinión. El hombre empeñao “Los más grandes que me quepan en la boca”.

Total, que ahora en vez de palas parece que lleva dos chicles “Trident”. Y cuando duerme a mi me da hasta miedo mirarlo, porque no le cierran los labios y, boca arriba, parece un caballo descojonao.

Si dará miedo que los niños lloran al verlo pasar. Gracias a eso lo han contratado en la cueva del terror ¡pero que lo han hecho fijo! Que mi padre al principio decía “Y ¿qué tengo que hacer?” y ellos “Usted quieto y sonría, sonría”.

Está muy contento porque le dejan comer en el trabajo durante los pases. No veas cuando la peña entra y ven a  mi padre mordiendo una chuleta de cerdo... ¡Hasta con un chupa chups da miedo!

Mi primo es el único que tiene estudios de la familia. Se sacó el teórico del carnet de conducir... Pero sigue en el paro. Recién acabados los estudios, 45 años y ¡sin futuro! ¡No hay sitio para los jóvenes en este país!

Ahora se va a sacar el práctico. Bueno, dice que hasta que no pase la ITV el Seat Panda nada. Hace más de veinte años que lo tiene...Y a ver si por no hacer las cosas bien lo fastidiamos todo al final.

Hoy sale mi abuelo de la cárcel. Lo vamos a ir a buscar en el coche de mi primo. Después recogemos a mi padre en la cueva del terror y cena en casa. Tortilla y costillas, y ¡bien de vitaminas!

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